Plaza de toros de Madrid, las ventas



La tauromaquia es una tradición que genera un fuerte debate social entre quienes la consideran un arte y quienes la rechazan con contundencia sosteniendo que es, simple y llanamente, una muestra de maltrato animal. Con independencia de la opinión personal que cada uno tenga sobre el tema en cuestión, creemos que hay edificios que vale la pena visitar con una óptica diferente, ya que, aun sin comulgar con lo que representan, podemos disfrutar de su dimensión arquitectónica y comprender mejor determinadas facetas de la cultura popular.
Por ello, os proponemos visitar este coso taurino calificado bien de interés cultural en la categoría de monumento histórico-artístico.
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La historia de la plaza de toros de Las Ventas

El primero que planteó la construcción de una plaza de toros de dimensiones monumentales para la capital española fue el torero José Gómez (Joselito). Su propuesta respondía al hecho de que la antigua plaza madrileña, situada en el carretera de Aragón, comenzaba a quedarse pequeña a medida que iba creciendo la pasión por la tauromaquia en la capital. En este sentido, el matador de toros sevillano defendía que erigiendo un coso más grande se conseguiría abaratar el precio de los festejos y aumentaría el número de espectadores que podrían disfrutarlos.
El proyecto de la plaza corrió a cargo del arquitecto José Espelius, responsable también de otros edificios destinados al ocio en la ciudad, como el Teatro Reina Victoria o el Cine Ideal, si bien falleció antes de verla concluida. El relevo lo tomó entonces Manuel Muñoz Monasterio, el arquitecto del estadio Santiago Bernabéu, teniendo lugar la corrida inaugural el 16 de junio de 1931. Sin embargo, no habría más festejos hasta 1933, pues se produjeron ciertas complicaciones constructivas a causa de que el solar elegido no era el más adecuado. Este terreno era conocido como “Las Ventas del Espíritu Santo”, lo que acabaría definiendo el nombre de la plaza de toros.
La inauguración oficial tuvo lugar en 1934, pero la Guerra Civil supuso un nuevo parón en la actividad de la plaza, que se empleó durante la contienda como huerta para abastecer a los soldados.

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La elección del neomudéjar

El estilo escogido para la que acabaría siendo la tercera plaza de toros más grande del mundo, por detrás de las de Ciudad de México y Valencia (Venezuela), fue el neomudéjar. Si definimos el mudéjar como la corriente arquitectónica que desde el siglo XIII al XVI combinó armónicamente elementos del arte cristiano con motivos ornamentales árabes, cabe describir el neomudéjar como el único historicismo o revival puramente español. Por ello, en su momento se consideró que era el estilo indicado para un edificio llamado a acoger una actividad tan típicamente española como la tauromaquia.
Del mismo modo, el neomudéjar sería empleado en otras tipologías arquitectónicas. Buenos ejemplos de ello son el gaditano Teatro Falla o la estación de trenes de Toledo. Sus rasgos distintivos, los cuales se aprecian claramente en Las Ventas, son el empleo del ladrillo como material constructivo y la utilización de elementos ornamentales de inspiración árabe.
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La plaza de toros de Las Ventas ejemplifica cómo un material tan pobre como el ladrillo puede resultar estético y muy versátil si se trazan con él figuras geométricas, como lazos o rombos, desplegando al mismo tiempo un completísimo repertorio de arcos de herradura, polilobulados o de medio punto…
Además, quienes deseen profundizar en la historia de la plaza y conocer más sobre el desarrollo de la tauromaquia en España pueden recorrer las salas de su museo. Algunas de las piezas que merecen especial atención son los célebres grabados de la serie La Tauromaquia de Francisco de Goya y diferentes trajes de luces que datan del siglo pasado. Otros espacios de interés dentro de la plaza son la enfermería —dotada de dos quirófanos—, la capilla o las diferentes salas culturales que alberga.

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San Isidro, la gran feria de Las Ventas

La semana del 15 de mayo, día de San Isidro Labrador, el patrón de la capital, dan comienzo las celebraciones más importantes del calendario festivo madrileño. Durante las mismas, además de conciertos, representaciones teatrales y la tradicional visita a la pradera, se inicia la cita más esperada por los aficionados al toreo: la Feria de San Isidro.
Este evento anual se inauguró en 1947, cuando el empresario Livinio Stuyck se hizo cargo de la gerencia de la plaza y decidió fijar un único abono para todas las corridas que se desarrollaran en Las Ventas durante el mes de mayo. Poco a poco la feria fue creciendo y empezó a competir con la relevante Feria de Abril sevillana. Hoy en día no presenta competencia, al menos en lo relativo al número de festejos, pues su programa incluye más de 30, entre corridas de toros, corridas de rejones y novilladas con picadores.
En definitiva, los motivos para visitar la plaza de toros de Las Ventas pueden ser muy diversos. Insistimos, independientemente de si eres aficionado o detractor, vale la pena acercarse a ella por contemplar uno de los edificios más representativos de la arquitectura neomudéjar.

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